ya acabó su novela

“Viniendo de donde vienen los ataques, siempre los he asumido como condecoraciones”

Publicado: 2014-08-31
Publicado en La República. Texto de Ana Núñez. Foto: Ana Castañeda

Hace dos semanas el canciller Gonzalo Gutiérrez anunció que el gobierno peruano propondría la candidatura del ex ministro de Justicia Diego García-Sayán a la Secretaría General de la Organización de Estados Americanos (OEA), la primera postulación que nuestro país hace a tan alto cargo. En el transcurso de estos días, el fujimorismo y sectores de la derecha lo han llamado desde pro terrorista hasta pro chavista. El viernes, en su casa de Barranco, García-Sayán respondió a esas y otras acusaciones. En un inicio dijo que tenía como encargo representar al Estado y que, por tanto, prefería "mirar hacia adelante", pero finalmente se decidió a hablar sobre todos los temas. Para dejar la mesa limpia.

¿Sigue siendo usted el candidato del Perú a la Secretaría General de la OEA, doctor García-Sayán?
Soy candidato. Lo soy porque me lo propuso el Presidente de la República a través de su canciller, en una reunión que para mí fue sorpresiva. No era una iniciativa ni una decisión que yo esperaba, pero así ocurrió.
¿Cuándo fue esa reunión?
El 14 de agosto. De manera que es imposible, como dicen, que haya hecho campaña usando mi cargo en la Corte Interamericana porque no era candidato y no tenía conocimiento de que lo iba a ser. Además, por ética jamás haría uso de un cargo para conseguir votos. Esta fue una decisión que me fue transmitida a través del canciller, y después de una reflexión conjunta acepté.
¿La propuesta de su candidatura ya está formalizada?
Sí, se formalizó a las 48 horas con las correspondientes notas a la Secretaría General y luego la Cancillería, entiendo, ha circulado una presentación a las distintas cancillerías de América. El proceso formal está cumplido. Pese a que no hay conflicto, yo me he excusado de seguir desempeñando mis funciones de juez mientras sea candidato y la Corte lo ha resuelto así a través del procedimiento reglamentario establecido.
El anuncio de su candidatura hizo saltar de inmediato a algunos sectores, como si se echara un poco de agua al aceite caliente...
..No a algunos sectores. A uno.
Al fujimorismo y a sectores de derecha que no necesariamente son fujimoristas.
Bueno, un sector en el Congreso. La verdad es que esta parte de política interna no es un tema que voy a tratar. Creo que cualquier analista medianamente serio e informado podrá explicar esa beligerante reacción de ese sector en función de lo que fue mi trayectoria como ministro durante la transición democrática, que fue decisiva para iniciar uno de los más grandes y ejemplares procesos de institucionalización de la lucha contra la corrupción y contra las arbitrariedades cometidas desde el Estado, con las consecuencias que eso ha tenido, incluso abriendo el camino para que la justicia independiente pueda procesar y condenar al ex presidente Fujimori por delitos de lesa humanidad.
¿Esperaba este tipo de reacciones?
Digamos que tienen una explicación, pero no quiero entrar a un debate localista con esos personajes. Mi responsabilidad hoy día es otra, es representar al Perú como candidato para esta misión que se ha trazado en su política exterior, que es una misión compleja. Nunca el Perú ha tenido un Secretario General de la OEA, nunca –hasta donde tengo conocimiento– ha habido una candidatura peruana. Se especuló sobre ella hace diez años, cuando el ex presidente Paniagua pudo haberlo sido y, lamentablemente, mezquindades peruanas lo impidieron. De manera que creo que en este momento mi responsabilidad es mirar hacia adelante.
Me dice que prefiere no entrar a un debate con el fujimorismo, pero tal vez sea importante hacer algunas aclaraciones, tomando en cuenta que el día de la presentación del gabinete, este sector condicionó su voto de confianza a que retiren su candidatura a la OEA.
Bueno, viniendo de donde vienen, esos ataques llenos de mentiras y agravios siempre los he asumido y sigo asumiendo como condecoraciones. Son la señal viva de que lo que se hizo durante la transición democrática fue lo correcto, que este proceso ejemplar de lucha contra la corrupción que logró en tiempo récord la recuperación de más de 200 millones de dólares y procesos judiciales, cuya independencia y seriedad nadie ha podido discutir, han hecho del Perú un ejemplo de restablecimiento de la democracia. Que este asunto moleste a quienes fueron afectados, me parece explicable. Que hagan uso de una tribuna como el Parlamento para afectar las atribuciones del Poder Ejecutivo y del Presidente en materia de política exterior, sí es constitucional y políticamente cuestionable, más allá de quién sea la persona involucrada
Pero la presión surtió efecto. Al cierre de su presentación en el Congreso, el canciller dijo que se iba a evaluar su candidatura. Por eso le pregunté al comienzo de esta conversación si aún era candidato.
Mira, estas cosas las asumo de buen ánimo y en términos de lo que significa evaluación. Todo está en evaluación: el Presidente de la República está bajo la evaluación constante de la opinión pública, los ministros están bajo la evaluación constante del Parlamento y de la opinión pública también, y estoy absolutamente seguro de que el gobierno de Uruguay y el gobierno de Guatemala están constantemente evaluando el desarrollo de las candidaturas (a la Secretaría General de la OEA) del canciller Almagro y del ex vicepresidente Stein. De manera que no tomo a mal que se diga que eso se está evaluando.
¿Evaluando no significaba que su candidatura podría ser reconsiderada?
Bueno, yo sigo siendo candidato y lo seré mientras se evalúe, y yo mismo participo en esa evaluación de mi desarrollo mientras esto sea viable. Yo no me he lanzado de candidato a la Secretaria General de la OEA, lo ha hecho el Estado peruano a través del Presidente de la República y, en consecuencia, ha comprometido una política del Estado que yo mismo, como actor en este asunto, estoy y estaré evaluando. Pero más allá de cómo se llega al final, porque ni siquiera la OEA ha definido aún la fecha de esta elección, lo importante es que se ha iniciado un debate, que hay propuestas sobre la mesa sobre cómo remontar la situación actual de crisis política y financiera de la OEA.
¿Tiene chance su candidatura?
Yo creo que el Perú puede –y esa es la razón por la que acepté esta invitación del presidente Humala– avanzar con su propia experiencia en materia de restablecimiento de la democracia, de protección de derechos humanos, de lógica de inclusión social, en una propuesta que supere la fragmentación que hoy día hay por distintos motivos alrededor de la OEA, con una posición de equilibrio, de centro, que no sea la expresión de un subbloque político.
Pero, como han escrito algunos analistas, parece que sus principales opositores no están fuera sino acá, en casa...
Que haya algún sector político al que no le gustó el trabajo contra la corrupción realizado por el gobierno de transición es un dato que está ahí, pero esta es una elección que se resuelve en la OEA y son los 34 miembros los que tienen que votar. Eso es lo que realmente importa para efectos del objetivo que se ha trazado el estado peruano, que es tener una propuesta de liderazgo de la organización para que sirva a América, y dentro de eso que sirva al Perú como un lugar de encuentro, de coordinación y de decisiones de estrategias y de políticas públicas en materia de los cuatro pilares de la OEA: la democracia, los derechos humanos, la seguridad y el desarrollo integral. Sobre todos esos temas, el Perú tiene cosas que aportar.
¿Cuál sería el planteamiento principal?
El objetivo de que la OEA se dinamice, empezando por el tema de la democracia. El Perú apuesta con su propia experiencia de recuperación democrática a que el Secretario General futuro tenga una función mucho más activa, mucho más protagónica, ejerciendo las atribuciones que le da la Carta de la OEA y la Carta Democrática Interamericana para no ser solo un espectador de los debates e iniciativas de los países, sino poder también, ante circunstancias de amenaza a la democracia o de debilitamiento a la democracia, hacer convocatorias y jugar un papel mucho más activo del que se ha jugado hasta este momento.
Solo para terminar con el tema interno, quería preguntarle si ha leído las últimas columnas de Aldo Mariátegui...
No suelo leerlo. Si me voy a indigestar, prefiero que sea con un buen cebiche antes que con una serie de calumnias…
Él ha escrito un artículo en el que señala once supuestas razones para no apoyar su candidatura. Una de ellas está referida a esta acusación que le hacen respecto a que usted liberó terroristas y conmutó penas durante su gestión como Ministro de Justicia.
A ver… 11 de setiembre del año 2001. Yo era canciller y presidía la Asamblea General de la OEA en Lima. El día que se producían los atentados terroristas de Al Qaeda en Estados Unidos, estábamos con Colin Powell y todos los ministros de Relaciones Exteriores aprobando la Carta Democrática Interamericana. En ese contexto, quien hizo la propuesta no solamente de expresar la solidaridad ante este ataque terrorista si no de contar a la brevedad posible con una Convención Interamericana contra el terrorismo fui yo. Esa Convención Interamericana se adoptó en los siguientes meses por iniciativa y conducción del Perú, siendo yo canciller. Naturalmente, no es ninguna varita mágica ni una panacea para enfrentar este problema, pero es una herramienta importante que expresa mi convicción y mi lucha constante para enfrentar a la amenaza y la actividad del terrorismo.
Aún no dejan de cuestionarle los indultos y conmutaciones de pena que se dieron cuando estuvo al frente del Ministerio de Justicia...
La patraña de la liberación de terroristas es eso, porque no hubo sino la liberación de inocentes que habían sido sentenciados, en base a una ley que se había dado en la época de Fujimori y tomando en cuenta el dictamen independiente de una comisión que presidía el padre Huber Lanssiers y donde el 70 por ciento de los inocentes fue liberado durante el gobierno del señor Fujimori. El primer inocente que se liberó durante el gobierno de transición fue nada menos que el señor Yehude Simon, presidente del Consejo de Ministros del gobierno de Alan García. Si hay alguien que ha dado prueba en su vida de compromiso efectivo y activo en la lucha real contra el terrorismo y no en escribir chácharas con basura y adjetivación en una columna he sido yo.
¿Hay mucho de invento en las críticas en su contra, dice usted?
No mucho, !Todo¡ Todo es parte de un juego político en la medida en que lo que se busca es deslegitimar a uno de los más ejemplares procesos anticorrupción que han existido. No es que yo lo califique de invento o lo que fuera. Una acusación agraviante que no puede sustentarse en un dato es eso, y quien lo repite como un loro juega un patético papel. Pero eso es algo que no me distrae ni un momento.
¿Es usted un extremista, como le repiten estos sectores, doctor García-Sayán?
Cada cual es libre de hacer sus apreciaciones y adjetivaciones. Yo respondo por mi trayectoria democrática.
¿Ideológicamente cómo se describe?
En el clásico espectro de izquierda y derecha, podría ser alguien de centro. Yo no me siento en este momento militante de ningún sector político. No lo soy. Y mi trayectoria política, mis resultados y mis acciones, son los que hablan por sí solos de un compromiso efectivo con una democracia que funcione, donde la gente juegue un papel central. Más recientemente, en la experiencia riquísima de la Corte Interamericana, también pasó lo mismo. Buscando que esta Corte –que antes era vista como un espacio almidonado en donde se realizaban una serie de deliberaciones que la gente jamás veía– se convierta en un escenario de transparencia, en donde las sesiones públicas hoy día son un dato que hace que haya una gran conexión entre las decisiones de la Corte y la dinámica institucional al interior de los países.
¿Qué siente cuando le dicen caviar?
Me genera risa, conmiseración… porque es gente que pareciera que le molesta que haya personas con coherencia en sus planteamientos conceptuales y que haya hecho cosas y no solamente se limite a escribir articulitos denostativos de los demás. Creo que hay gente a la que le molesta mucho que alguien que piensa de manera distinta pueda hacer cosas y esas cosas tengan resultado, de manera que se recurre a la adjetivación y a la banalización a falta de una propuesta alternativa.
El periodista Andrés Oppenheimer ha escrito un artículo sobre las tres candidaturas a la OEA que hasta ahora se han hecho conocidas y dice que usted y el canciller uruguayo Luis Almagro están cortejando los votos de Venezuela y sus aliados regionales del bloque del Alba, bloque que –agrega– ha intentado debilitar la Comisión de Derechos Humanos de la OEA.
Qué lastima que alguien como Oppenheimer esté tan mal informado o su opción por una candidatura sea tan abierta y tan militante que lo lleva a distorsionar lo que están haciendo los demás, a lo que no tiene ningún derecho. Con su candidatura, el Perú busca una estrategia de unidad en la región americana, en donde se revitalice a la OEA como un espacio de todos los estados miembros y no de un subgrupo de países. La apuesta del Perú es superar esta fragmentación. De ninguna manera es una apuesta que se basa en un sector porque, además, cómo podría serlo si el Perú no tiene nada que ver con el Alba. Quien acusa con ese tipo de asuntos para favorecer a una candidatura determinada tiene que ser un poquito más equilibrado en sus apreciaciones.
¿Podría entonces una gestión suya enfrentar al Alba, más bien?
Yo creo que lo que se tiene que hacer es avanzar a un proceso de recreación de un espacio conjunto para tratar una serie de temas fundamentales que hoy día tenemos en América. En materia de democracia, decíamos, hay que repotenciar el ejercicio de las facultades del Secretario General y que en ciertas amenazas a la democracia podrían ponerse en ejercicio. Hoy día América enfrenta una serie de problemas que afectan su estabilidad social y su seguridad a partir del crimen organizado y de las pandillas. De manera que no se trata de que la OEA se meta en todo, porque tiene que hacerlo de manera focalizada en lo que la OEA puede hacer bien, que es la coordinación y vertebración política. Entonces, eso supone ir más allá de esa fragmentación en bloques y subbloques, y si esa es la apuesta, el Perú haría mal en alinearse con uno de esos subbloques. Eso está, por supuesto, por fuera de lo que se busca.
Hace unos meses, la OEA hizo un pronunciamiento sobre la complicada situación en Venezuela, pronunciamiento que fue considerado tibio. Si ha dicho que ese organismo debe intervenir en situaciones en las que la democracia de un país se ve afectada, le pregunto, ¿no puede hacer la OEA algo más por Venezuela?
No quiero en esta entrevista entrar a hacer un análisis específico de la realidad de un país. Yo creo que estas cosas tienen que hacerse de manera muy rigurosa, muy institucional, muy seria y dentro de los canales que deben de darse en el espacio de la Organización de Estados Americanos. Yo sí creo, más allá de lo específico de tu pregunta, que la OEA puede ser un espacio impulsor y promotor del diálogo para manejar y procesar determinadas crisis. La OEA no va a resolver la situación al interior de un país soberano, llámese Venezuela, Perú o Guatemala, pero sí puede generar las condiciones para propiciar los diálogos como lo hicimos en Perú el 2000

Escrito por

Diego García Sayán

Abogado. Ha sido presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Ministro de Relaciones Exteriores y Ministro de Justicia.


Publicado en

Pisando fuerte

Miradas globales enfocadas sobre derechos, sociedad y medio ambiente.