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Los otros millones

Publicado: 2014-06-12

Hoy Brasil, dentro de cuatro años Rusia. Asunto de millones (de aficionados), sí, y en el que también se mueven –y seguirán moviendo– muchos millones. Como los millones de dólares en torno a una non sancta FIFA, con largo prontuario en una cadena de fouls a la ética y a la transparencia. Muy difícil pensar en la FIFA como una institución candidata a un premio a la ética pública o algo parecido. Ni jugando “de local”. Pero, igual, un mundial es un asunto de millones en varios planos.

Primero, por lo más obvio: la simpatía y furor que el mundial que hoy se inaugura suscitando simpatía y furor de millones. Quedan en la congeladora los fríos análisis de lo que pudo haber detrás, tanto en negocios multimillonarios legítimos como en groseros negociados. El campeonato que empieza en la Arena Corinthians probablemente habrá de ser visto por televisión por más gente que otro evento en la historia. Seguramente superando los cerca de 4 mil millones de televidentes que siguieron en el 2008 los juegos olímpicos en Beijing.

Segundo, porque si bien el deporte del balompié fue “formalizado” por los británicos en el siglo XIX, los rudimentos del fútbol –consistente en pasarse una pelota con el pie para tratar de meterla al campo contrario – han estado presentes a lo largo de la historia en muy diversas y lejanas civilizaciones. La modalidad más antigua está registrada en un manual de ejercicios militares en la China en los siglos II y III A.C. Se cuenta, también, que algo parecido hacían en el epislcyros griego y el harpastum en Roma. El pok ta pok de los mayas podría haber tenido también principios parecidos. Y así en muchas otras culturas. En cualquier caso, todos coinciden que fue en Gran Bretaña donde se reglamentaron en 1863 las principales reglas del juego y se fundó la “Football Association” expandiéndose luego en el resto del mundo…pero, no tanto.

Tercero, ¿deporte de “todas las multitudes”? Sí, pero no de todas las multitudes ni de todas las personas. Personalmente, por ejemplo, me cuento entre los casos raros en nuestro medio que no es fanático del fútbol. El equipo del que fui hincha hace años –el Unión Huaral de Pedrito Ruiz y otras glorias–, expresión del pundonor y pujanza de provincianos “de abajo”, sucumbió. El primer equipo provinciano en ser campeón nacional (1976), después bajó a segunda división para luego desvanecerse en un fútbol nacional cada vez menos vital, transparente y atractivo. Tomamos nota, por cierto, de su reciente regreso a segunda división.

Pero más allá de gustos, distancias o pasiones individuales, viendo el bosque y no el árbol, resulta que el fútbol no es tan “de todo el mundo” como uno se imagina. De manera que no en “todo el mundo” el partido de hoy será “la” noticia. Curiosamente son precisamente los países más poblados del planeta en los que no se tiene en el fútbol su deporte de cabecera. La India, la China e Indonesia tienen más población que Brasil o Estados Unidos. Y en ninguno de estos tres países, como se resalta en el último número de The Economist, el fútbol es el deporte estrella ni están esos países representados en el mundial. Y allí vive cerca del 50% de la población mundial. Mitad que vivirá muy a la distancia la pasión de brasileños, peruanos o alemanes para quienes el futbol es EL deporte. De manera que “mundial”, sí, ma non troppo y con muchos millones fuera.

Pero ocurre que el fútbol, además de deporte, es un gran negocio y “millón llama millón”. “Millones” de dólares que, a la corta o a la larga, apuntan a retroalimentarse con la expansión de la afición en países en los que el futbol no es aún la principal atracción deportiva. Varias cosas se están moviendo en esa dirección horadando territorios antes menos involucrados por la pasión futbolística. Es sintomática, por ejemplo, la apuesta del visionario Jack Ma, fundador y dueño del gigante chino de comercio electrónico Alibaba, quien no suele tirar su dinero al agua. Anunció la semana pasada la compra del 50% de Guangzhou Evergrande, el equipo de fútbol más popular de China.

Por ello, si un paso como ese marca una tendencia global en la inversión, es previsible que para los mundiales de Rusia/2018 o Catar/2022, la expansión incontenible del negocio y la belleza y atracción del espectáculo, se traduzcan en que los futuros campeonatos mundiales sean cada vez más “mundiales”. Mientras tanto,… ¡que todo salga bien en Brasil!


Escrito por

Diego García Sayán

Abogado. Ha sido presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Ministro de Relaciones Exteriores y Ministro de Justicia.


Publicado en

Pisando fuerte

Miradas globales enfocadas sobre derechos, sociedad y medio ambiente.