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Madres reconciliadoras

Publicado: 2014-05-01

Organizar un “espacio de memoria” sobre una etapa muy violenta sufrida en una sociedad es un proceso complejo. La mayoría de proyectos de esta naturaleza se han enfrentado a las mismas dificultades. Que se remiten, esencialmente, a la pregunta fundamental de cómo narrar con rigor y objetividad una historia cuando hay tanta polarización. Y cómo hacer para que en esa narración se relate lo esencial de una tragedia causada por seres humanos y, a la vez, se contribuya a la tolerancia y a la reconciliación.

Casi todos los proyectos de esta naturaleza se han enfrentado a los mismos dilemas, lo que no ha sido fácil resolver. Se me vienen a la mente dos muy importantes en los Estados Unidos. El Museo del Holocausto, en Washington, es, sin duda, uno de los espacios mejor logrados para recordar el drama del exterminio de más de seis millones de judíos. Organizar el contenido del museo fue tan arduo y complejo, que el equipo encargado del diseño se demoró 17 años para poder articular los contenidos consensuados de los que hoy pueden nutrirse los visitantes.

En Nueva York, por otro lado, se vienen ultimando los pasos para la inauguración del museo sobre el ataque terrorista de Al Qaeda. Ubicado al lado de donde estaban antes las Torres Gemelas, la polémica sobre el contenido está que arde semanas antes de su inauguración. En especial sobre una película que allí se exhibiría, pues la comunidad islámica en EE.UU. ha puesto el grito en el cielo ya que – según aseguran – en el film se responsabiliza de ese ataque al “islam”, y no específicamente a Al Qaeda y Bin Laden.

Lo que esas experiencias ponen de manifiesto es la complejidad del proceso de diseño de los contenidos y la conveniencia de explorar ciertas rutas para ello. Para poner en marcha el Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social, luego de haber definido los lineamientos fundamentales de su contenido, se consideró que era bueno abrir un debate con distintos sectores sociales e institucionales. Así se hizo. Se convocó a diferentes reuniones a familiares de desaparecidos en las alturas ayacuchanas, grupos ashaninkas, artistas, empresarios, militares y policías, entre otros.

En esa rica dinámica participativa hemos encontrado varios asuntos importantes. Destaca el espacio que, desde distintos ángulos, se otorga a la mujer. En particular, como factor generador de coincidencias, entre actores y grupos muy diversos. La mujer es sindicada, por todos, como el grupo humano con mayor y singular relevancia en su condición de víctima durante los años de violencia. Vejaciones y violaciones sexuales no faltaron.

Pero no sólo víctimas. Miles de familias seriamente afectadas en semejante sufrimiento, pero cuya viabilidad reposaba en buena medida sobre las espaldas de mujeres sobrevivientes, a quienes en todos los grupos se les percibe como las personas que más lucharon por sacar adelante al hogar y a los hijos. Vulnerabilidad, pues, pero combinada con coraje y fuerza, en condensación trascendente del papel de la mujer en esa historia.

Pero en ese proceso se constató entre la mayoría de participantes mujeres enormes coincidencias entre grupos que, en teoría, podrían haber tenido valoraciones en conflicto. Desde viudas de policías asesinados por Sendero Luminoso hasta madres de pobladores ayacuchanos desaparecidos que, acaso, se encuentran entre los 136 cuerpos humanos encontrados en Los Cabitos, destacan ciertas apreciaciones compartidas a partir de experiencias trágicas diferentes. Pero en las que el sufrimiento expresado era el mismo, la constatación de que todas son víctimas y, a partir de ello, esperanzas y deseos comunes y la aspiración de conseguir soluciones y respuestas para todas: reparaciones, pensiones, seguros médicos o de vida, reconocimientos como caídos en acción de armas, etc.

Ahora que estamos iniciando el mes del día de la madre, es muy bueno encontrar que entre tantas miles de madres peruanas, las heridas de la tragedia que se condensa en muchas de ellas, pueden dar curso a convergencias y a coincidencias. Que dan cuenta que el espíritu de reconciliación puede existir y tener su fuerza principal en la mujer peruana.


Escrito por

Diego García Sayán

Abogado. Ha sido presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Ministro de Relaciones Exteriores y Ministro de Justicia.


Publicado en

Pisando fuerte

Miradas globales enfocadas sobre derechos, sociedad y medio ambiente.