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Choque de trenes

Publicado: 2012-05-04

Las elecciones del domingo en Francia no son sólo entre dos candidatos,  Nicolas Sarkozy y François Hollande. Lo son entre dos caminos para enfrentar la más grave crisis económica europea de la posguerra: ajuste o crecimiento. En un contexto en el que todo apunta a que el domingo gane Hollande, la disyuntiva es de gran trascendencia tratándose de la segunda economía europea. Su probable triunfo tendrá un enorme impacto en el manejo de la crisis y en la perspectiva del “espacio europeo”.

Europa ha sido el “modelo” de integración al que los latinoamericanos han mirado con envidia durante décadas. Fronteras erosionadas y la construcción de un espacio económico, migratorio y social común. Eso está en cuestión en la campaña que está concluyendo. Hollande no “confronta” a Europa pero mira hacia adentro en sus propuestas de respuesta a la crisis, atrincherándose dentro de sus fronteras frente a la hegemonía de Merkel, “encarnación” de la respuesta europea.

Sarkozy parece cruzar el Rubicón en su distanciamiento frente al “espacio común”. Las fronteras y el “patriotismo” reemplazan  a cualquier tentación europeísta. El espacio Schengen aparece, así, como una amenaza y ya no más como un instrumento para la integración. A la lucha de clases añade la “lucha de fronteras” reforzando el   extremismo que se expande en la política europea.

Sarkozy ha sido polarizante en su campaña; en especial, luego de la primera vuelta. En ello radicaliza, seductoramente, su discurso hacia la extrema derecha apuntando al grueso del 18% de votos de Marine Le Pen, pese a que ella previsoramente ya anunció su voto en blanco. Muta el candidato, así, de “Merkozy” del último año y medio, al virulento “Sarkopen” de estas semanas.

El tema central, sin embargo, es el de la estrategia de manejo de la crisis. Un triunfo de Hollande abriría una ruta evidente de conflicto y hasta de probable colisión con Angela Merkel y su receta de austeridad a forro y “ajuste fiscal” para enfrentar la crisis. Este es, en realidad, el quid de lo que los 44 millones de electores franceses decidirán este domingo. Para si mismos y, en realidad, para las opciones que se le plantean al resto de una Europa, hasta hoy encasillada en el camino del ajuste.

La poción mágica del ajuste fiscal ha generado ya un “gran desorden bajo los cielos” que ha puesto patas arriba la tranquilidad social de lo que fue para muchos un espacio “modelo” de crecimiento y bienestar. El desempleo hoy no sólo es alto sino creciente y parece incontenible. Los suicidios han pasado de ser un drama individual o familiar a ocupar un sitial visible en las estadísticas en países como Grecia o Irlanda. La receta en curso  está generando recesión y, con ello, más desempleo; y, pese a todo, no apunta a una salida de la crisis.

El camino que propone Hollande va en dirección opuesta: énfasis en el crecimiento y no en la reducción del gasto público. Anuncia más de 20 mil millones de euros de aumento del gasto fiscal en los próximos 3 años (y, a la vez,  promete ajustarse al tope de déficit de 3%) así como un aumento de impuestos a las grandes corporaciones y los ricos. Está por verse cuánto de esto se podría hacer y cuál sería su eficacia si a la vez no viene acompañado de medidas que mejoren la competitividad de la economía.

Luego del domingo se abriría un curso de colisión entre las dos opciones al mando, pues desde París y Berlín habría, se supone, estrategias diferentes y hasta opuestas. Eso podría traducirse en el agravamiento de la crisis europea y, con ello, en la extensión de la recesión a más países. Podría imaginarse, sin embargo, puntos “intermedio” de encuentro, que incluirían una flexibilización de Merkel en aspectos como una presencia más protagónica del Banco Central Europeo y fondos masivos para la inversión y la infraestructura. Pero eso ocurriría luego de un camino complejo que está por recorrerse. El  choque de trenes, pues, parece inevitable en lo inmediato porque es difícil imaginar, por ahora, un “Merkollande”.


Escrito por

Diego García Sayán

Abogado. Ha sido presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Ministro de Relaciones Exteriores y Ministro de Justicia.


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Pisando fuerte

Miradas globales enfocadas sobre derechos, sociedad y medio ambiente.